Cuando el gobierno de Perú publicó, el 10 de Mayo, un decreto que clasifica a las identidades trans como trastornos de salud mental en un documento que enlista las condiciones de salud para las que los seguros deben ofrecer cobertura, las organizaciones de derechos humanos sonaron la alarma. Aunque las autoridades del ministerio de salud dijeron que la idea detrás del decreto era “proteger el acceso de personas trans a cuidados de salud”, la realidad es que las estigmatiza y pone en peligro. Mathias Esteban, un activista trans de la ciudad de Cusco y líder de la colectiva Fraternindad Transdivergente, dice que, desde el decreto las cosas se han vuelto más difíciles, aunque un creciente movimiento de lucha lo llena de esperanzas sobre el futuro. Esta es su historia.
“Las personas trans en Perú enfrentamos obstáculos y desafíos constantemente, en todos los ámbitos de la vida. Después del decreto que clasifica nuestra identidad como una condición de salud, las cosas son aún más difíciles.
Cuando salió el decreto, todo el Perú se alarmó, entonces dijimos: ‘Tenemos que actuar’. Rápidamente creamos una coordinadora nacional en la que entramos varias organizaciones de todo Perú para poder ver cómo hacer frente a este retroceso en derechos humanos. Sacamos un pronunciamiento y armamos un plantón en Lima el 17 de mayo. Yo soy de Cusco y viajé a Lima para participar de la manifestación.
Nos reunimos frente al Ministerio de Salud exigiendo que se derogue este decreto que nos perjudica. Fue muy gratificante ver tanta unión, tanta lucha trans exigiendo nuestros derechos.
Yo comencé con mi activismo en 2020 con un grupo de Amnistía Internacional.
El proyecto me hizo abrir los ojos porque, aun siendo una persona trans, vivía ajeno a lo que vivían otras personas. Entonces empecé a preguntarme: ¿Qué hago desde donde estoy? ¿Qué granito de arena puedo aportar para intentar cambiar esto? Así entré en el activismo, para intentar cambiar las cosas.
Ahora dirijo una colectiva que se llama Fraternindad Transdivergente.
Trabajo con infancias y jóvenes trans, porque no quiero que pasen por lo mismo que he pasado yo y otres como yo. Quiero ser para ellos ese soporte que yo no he tenido. Siempre les digo que admiro su valentía porque yo a su edad no había salido del clóset y menos me conocía.
Les dijo que el activismo no es fácil y que mucha gente siempre cuestiona nuestras motivaciones, nos dicen que perdemos el tiempo, pero les digo que no se dejen desmotivar. Les digo: ‘Chiques, lo hacemos porque queremos un mundo mejor para nosotras, nosotros, nosotres y para los que vienen.’
La marcha del orgullo en Lima comenzó en 2002. En Cusco comenzó en 2016, porque es una ciudad muy conservadora, muy tradicional, religiosa. Además, la marcha coincide con la fiesta local y la bandera LGBTI es muy parecida a la bandera local y eso hace parecer que todo el mundo apoya a la comunidad LGBTI, pero en realidad molesta a mucha gente todavía.
Lo bueno es que con el tiempo las marchas fueron creciendo y cada vez hay más personas jóvenes participando. Para mí es muy bonito ver que ya son libres o intentan serlo y están perdiendo ese miedo de ser juzgades y salen a la calle y gritan por sus derechos.
Este es el tercer año que participo en una marcha, porque antes, cuando todavía no había salido del closet como hombre trans, no me atrevía. Siempre quería participar, pero tenía miedo de que me vieran.
Mi primera marcha fue muy bonita porque, primero que todo, ya había salido del clóset como persona trans y luego porque mis amigas fueron la que me animaron, me dijeron ‘Oye, te acompañamos, vamos’. Y yo sentí mi corazoncito muy bonito porque dije: ‘No voy a ir solo’.
Además de ser mi primera marcha, yo iba al frente, ahí con la batucada, la bandera gigante y rodeado de todas las demás personas. Fue una experiencia muy bonita, muy poderosa.
El aumento de la visibilidad de los hombres trans, de las transmasculinidades, también ha sido un enorme avance para nosotres. Aunque todavía estamos invisibilizados. El Estado no nos brinda apoyo, estamos desprotegidos. Es por eso por lo que la visibilidad en la marcha nos da fuerza, porque más personas que ven que sí existimos o se atreven a auto conocerse.
También veo que la aceptación ha ido creciendo poco a poco, aunque todavía hay gente que nos insulta o hasta nos ataca cuando nos manifestamos. Pero también hay música, la gente baila, se expresa, y eso es muy poderoso.
Lo que necesitamos es una ley de identidad de género. Sin la ley es muy difícil empezar el proceso del cambio de nombre, que es la base para poder cambiar el documento de identidad y, con eso, acceder a lo que es salud, educación, trabajo. Sin eso estamos en la nada. El proceso es engorroso, es largo y sobre todo es económicamente alto y, además es difícil encontrar personas que te ayuden a llevar el proceso de cambio de nombre porque se requiere de abogados. Todo sería mucho más fácil si hubiese una ley de identidad de género.
La visibilidad es muy importante pero no solo en este mes. Pareciera que este mes es cuando todos nos apoyan, cuando están con nosotres. Este mes tenemos derechos, este mes existimos. Pero más allá de la visibilidad lo importante es la memoria, la lucha para cambiar las cosas y eso debería ser siempre, no solo este mes.”