Es posible que se haya revisado la orden ejecutiva de Donald Trump en materia de inmigración, pero sigue siendo obviamente discriminatoria.
Mal disfrazada de medida de seguridad nacional, la prohibición de viajar de Trump reincorpora muchos de los repugnantes elementos de la original que los tribunales estadounidenses habían bloqueado.
El presidente de Estados Unidos ha cerrado la puerta del país a cualquier persona procedente de Siria, Irán, Libia, Somalia, Sudán y Yemen, incluidas las personas refugiadas. Estos seis países tienen dos cosas principales en común: son predominantemente musulmanes y muchos de sus ciudadanos y ciudadanas intentan conseguir asilo en el extranjero para escapar de graves violaciones de derechos humanos, como la persecución, los bombardeos indiscriminados y la tortura.
En lugar de reducir los excesos de la primera prohibición de viaje, la versión revisada muestra una política xenófoba hacia las personas musulmanas que, como si de un virus se tratara, muta hacia una variedad más resistente. Y como los de un virus, sus efectos no son fáciles de controlar.