Siria: La estrategia de obligar a “rendirse o morir de hambre” para desplazar a miles de personas constituye crímenes de lesa humanidad
Poblaciones civiles enteras que han sufrido asedios y bombardeos intensivos no han tenido más opción que marcharse o morir al aplicarse los denominados acuerdos de “reconciliación” entre el gobierno sirio y los grupos armados de oposición, ha manifestado Amnistía Internacional en un exhaustivo informe publicado hoy.
La campaña de asedios, homicidios ilegítimos y desplazamiento forzado llevada a cabo por el gobierno, que ha dejado a miles de civiles desarraigados y obligados a vivir en pésimas condiciones, constituye crímenes de lesa humanidad.
“We leave or we die”: Forced displacement under Syria’s ‘reconciliation’ agreements (“’Nos marchamos o morimos’: Desplazamiento forzado por los acuerdos de ‘reconciliación’ en Siria”) examina cuatro de estos pactos locales y documentos conexos, relacionados con violaciones del derecho internacional que se remontan a 2012. Firmados entre agosto de 2016 y marzo de 2017, los acuerdos han dado lugar al desplazamiento de miles de personas residentes en seis zonas sometidas a asedio: Daraya, el este de la ciudad de Alepo, Al Waer, Madaya, Kefraya y Foua.
El gobierno sirio y, en menor medida, los grupos armados de oposición ha sitiado a civiles de manera ilegítima, privándolos de alimentos, medicinas y otros artículos de primera necesidad, y han efectuado ataques ilegítimos contra zonas densamente pobladas.
“Aunque el fin declarado del gobierno sirio era la derrota de combatientes de la oposición, sus cínicas tácticas de “rendirse o morir de hambre” han comportado una devastadora combinación de asedios y bombardeos. Estas operaciones formaban parte de un ataque sistemático y generalizado contra civiles, que constituye crímenes de lesa humanidad”, ha señalado Philip Luther, director de Investigación y Trabajo de Incidencia para Oriente Medio y el Norte de África en Amnistía Internacional.
“Todos los Estados deben cooperar para eliminar la oscura mancha en la conciencia del mundo que representa la persistencia de la impunidad de estos crímenes. No tienen forma más sencilla de hacerlo que proporcionar apoyo y recursos al mecanismo internacional, imparcial e independiente recién establecido por la ONU para contribuir a investigar y enjuiciar a los responsables.”
Las personas sometidas a estas terribles violaciones del derecho internacional no tenían más elección que abandonar en masa sus hogares. Debido a ello, miles de familias viven ahora en campos de acogida improvisados, con acceso limitado a la ayuda humanitaria y a la atención de otras necesidades básicas y con escasas oportunidades de ganarse la vida.
“Si el gobierno sirio, así como grupos armados de oposición como el Movimiento Islámico Ahrar al Sham y Hayat Tahrir al Sham, está realmente comprometido con la reconciliación, debe poner fin de inmediato a estas prácticas ilegítimas, levantar los asedios y acabar con los ataques contra los miles de civiles que continúan sitiados en toda Siria”, ha añadido Philip Luther.
El informe está basado en entrevistas realizadas entre abril y septiembre de 2017 a 134 personas, entre las que había personas desplazadas que habían soportado asedios y ataques, trabajadores y expertos en ayuda humanitaria, periodistas y funcionarios de la ONU. Amnistía Internacional ha examinado también decenas de vídeos e imágenes de satélite para corroborar los relatos de los testigos. Ha pedido la opinión sobre sus conclusiones a las autoridades sirias y rusas, que no han contestado, y al Movimiento Islámico Ahrar al Sham, que sí lo ha hecho.
Condiciones bajos los asedios
Desde el comienzo del conflicto armado de Siria, el gobierno sirio ha sitiado zonas civiles pobladas, utilizando el hambre como método de guerra y bloqueando o restringiendo arbitrariamente el acceso a medios con que cubrir las necesidades básicas, como los alimentos, el agua, las medicinas, el combustible y las comunicaciones. También ha obstaculizado la entrada de organizaciones humanitarias en las zonas sitiadas.
Los efectos han sido devastadores, pues han dejado a la población al borde de la inanición y han provocado muertes por enfermedades que tenían tratamiento. Una persona que había formado parte de equipos médicos en Daraya contó a Amnistía Internacional:
“Cuando nos llegaban casos de insuficiencia renal, no podíamos hacer nada, porque no teníamos máquinas de diálisis. Así que veíamos a los pacientes morir delante de nuestros ojos sin poder ofrecerles nada.”
Unas mujeres que habían dado a luz bajo sitio contaron a Amnistía Internacional lo que habían sufrido sus bebés por no tener leche suficiente para amamantarlos ni haber tampoco leche de fórmula. Un testimonio, del que se hicieron eco otras mujeres, fue el de una madre de 30 años de Daraya que había dado a luz en marzo de 2016 y que contaba que su hija había nacido pequeña débil:
“Le daba de mamar, pero no tenía leche. [La niña] estaba muy débil, pero yo no podía hacer nada. No teníamos más opciones, así que lloraba mucho, sin que yo pudiera hacer nada [...] Cómo iba alguien que acababa de dar a luz y estaba amamantando mantenerse a base de sopa?”
El gobierno sirio y los grupos armados de oposición restringieron y bloquearon el acceso de ayuda humanitaria y médica que eras esencial para la supervivencia, es especial para personas sin medios para pagar los desorbitados precios de la comida y las medicinas. Debido a ello, los habitantes de las zonas afectadas tuvieron que sobrevivir con sólo una comida al día.
Un mujer con tres hijos, que tuvo que ocuparse también de su nieto al morir sus padres en dos ataques distintos en el este de la ciudad de Alepo en 2015, contó a Amnistía Internacional:
“El asedio era terrible para las personas que no tenían ningún ingreso, como mi familia. Las organizaciones de ayuda humanitaria no podían continuar con su trabajo debido a los ataques incesantes, efectuados incluso contra sus almacenes [...] era muy difícil atender las necesidades básicas de los niños, como pañales y leche. El precio de la verdura era tan alto que me era imposible pagarlo. El asedio no me afectaba a mí tanto como a los niños. Mi nieto, de casi dos años, carecía de leche infantil y otros nutrientes necesarios porque yo no podía pagarlos o las organizaciones de ayuda humanitario ya no tenían.”
El gobierno sirio y las milicias aliadas con él destruyeron el suministro local de alimentos quemando los campos de cultivo en Daraya y Madaya. El análisis de imágenes de satélite realizado por Amnistía Internacional muestra la reducción en gran escala de la agricultura a lo largo de los años y una zona claramente muerta en torno a Daraya.
“Las fuerzas del gobierno y de Hezbolá quemaron los campos de cultivo como forma de castigo, a pesar de que no podíamos acceder a ellos”, contó a Amnistía Internacional una persona que había sido docente en Madaya.
Los datos muestran también que los grupos armados de oposición, en particular Hayat Tahrir al Sham y el Movimiento Islámico Ahrar al Sham, sitiaron ilegítimamente Kefraya y Foua, restringieron y confiscaron ayuda humanitaria y bombardearon con artillería campos de cultivo.
Ataques incesantes contra civiles
Además del inmenso sufrimiento causado por las tácticas de asedio, también se produjeron desgracias inimaginables como consecuencia de ataques deliberados contra civiles y bienes civiles.
Los civiles entrevistados contaron que las fuerzas del gobierno intensificaban sus ataques poco antes obligarlos a marcharse, para acelerar la rendición de esas zonas. El gobierno sirio redobló el ataque contra Al Waer el 7de febrero de 2017, obligando a la localidad a rendirse un mes más tarde. El único hospital de Daraya fue atacado y quemado varias veces, hasta dejarlo inutilizable antes de que la ciudad se despoblase.
Para los habitantes del este de Alepo, su peor sufrimiento fue el causado por la campaña brutal y calculada de ataques aéreos ilegítimos llevada a cabo por las fuerzas sirias y rusas, que atacaron deliberadamente a civiles, así como viviendas y hospitales, y bombardearon indiscriminadamente barrios enteros por tierra y aire, incluso con armas incendiarias, “bombas de barril” y municiones de racimo, que están prohibidas internacionalmente.
“Hacen falta meses para morir de hambre. Los ataques aéreos eran otra cosa. Podías morir por metralla en una fracción de segundo. Nadie estaba protegido contra los ataques aéreos y de artillería. Civiles, rebeldes, edificios, vehículos, puentes, árboles, huertos, etc. todo eran objetivos”, contó a Amnistía Internacional una persona de Alepo.
El informe abarca 10 ataques contra barrios civiles de la ciudad de Alepo, efectuados entre julio y diciembre de 2016. El análisis de imágenes de satélite realizado por la organización muestra que los ataques se efectuaron lejos del frente y sin que hubiera cerca objetivos militares evidentes; destruyeron centenares de estructuras, incluidos edificios de viviendas, un mercado y hospitales.
Los grupos armados de oposición también mataron e hirieron a centenares de civiles al bombardear indiscriminadamente con artillería las localidades sitiadas de Kefraya y Foua, utilizando armas explosivas que afectan a una superficie muy amplia. Estos ataques violaron el derecho internacional humanitario y, en muchos casos, constituyeron crímenes de guerra.
“Nos daba miedo mandar a nuestros dos hijos al colegio por los bombardeos, y también por los francotiradores que disparaban contra los niños cuando los veían vestidos con su uniforme azul de camino al colegio. Encontramos formas de llevar a los niños al colegio con seguridad, pero aun así era peligroso porque los bombardeos eran imprevisibles”, explicó a Amnistía Internacional un ex taxista de Kefraya.
Desplazamiento forzado
En Daraya, Al Waer, el este de la ciudad de Alepo, Kefraya y Foua, miles de personas sitiadas se vieron al final obligadas a abandonar sus hogares en virtud de los acuerdos de “reconciliación”.
Describiendo los últimos días de asedio antes del que se alcanzara un acuerdo, un abogado de Alepo contó a Amnistía Internacional:
“Los últimos 10 días antes de la evacuación fueron un infierno. La magnitud de los ataques de artillería eran una clara señal de que el gobierno quería que nos fuéramos [...] y los últimos cinco meses de bombardeos de artillería fueron igual que los cinco últimos años de ataques aéreos y por tierra [...] Para mí bastó para que quisiera marcharme. Además, ¿cómo van a quedarse los civiles si no hay infraestructura, hospitales, electricidad ni agua? El gobierno se propuso destruir todo y que no dejáramos atrás nada por lo que quedarnos.”
Un hombre que formó parte de un comité de negociación en Daraya explicó así a Amnistía Internacional cómo se había alcanzado el acuerdo local de reconciliación:
“El régimen proponía llegar a una tregua o a un acuerdo y continuaba ejerciendo presión militar para obligarnos a acceder. Esa era la idea. Después de recibir una oferta de esos intermediarios, al día siguiente había un escalada militar para infundir miedo a la gente y hacerle rogar una solución.”
En el último año, especial mente desde abril de 2017, algunas partes de la comunidad internacional, como la Unión Europea y Rusia, ha expresado su deseo de que apoyar las iniciativas de reconstrucción en Siria. Sin embargo, no se sabe bien qué medidas tomará el gobierno sirio para garantizar que las personas desplazadas puedan regresar con condiciones de seguridad y voluntariamente para reclamar sus hogares.
“Mientras la comunidad internacional desvía su atención a las iniciativas de reconstrucción en Siria, Amnistía Internacional pide a todos los agentes con influencia, en particular a Rusia y China, que garanticen que toda ayuda económica destinada a las zonas afectadas por el desplazamiento forzado hace valer el derecho de las víctimas a la restitución de su casa, tierras y demás bienes, así como el derecho a regresar voluntariamente y en condiciones de seguridad y dignidad, ha manifestado Philip Luther.