Casi 8.500 personas refugiadas, solicitantes de asilo y migrantes, llegadas tras la entrada en vigor el 20 de marzo del acuerdo entre la Unión Europea y Turquía, se encuentran atrapadas en las islas griegas. Muchas temen el peligro inminente de ser devueltas a Turquía, que suscita abundantes motivos de preocupación por su seguridad. La mayoría languidece en unas condiciones de vida terribles, en medio de un procedimiento de asilo dolorosamente lento y opaco.
La justificación principal del acuerdo UE-Turquía era la presunción de que Turquía es un país seguro al que devolver a las personas refugiadas y solicitantes de asilo. Pero la investigación de Amnistía Internacional ha mostrado que, a finales de 2015 y principios de 2016, Turquía devolvió a personas solicitantes de asilo y refugiadas a los conflictos de Afganistán, Irak y Siria, y que la protección concedida a las personas sirias en Turquía dista mucho de cumplir las normas internacionales, y es aún peor para las personas de otras nacionalidades.
Esta galería fotográfica documenta apenas un puñado de entre los cientos de familias y personas que actualmente se encuentran atrapadas en la isla de Quíos, principalmente.