.
María Esmeralda Larota Umasi (36)
Huancané Bajo, Espinar
Esmeralda Larota (36) exige, desde todos los espacios en los que participa, como la asociación de Mujeres Defensoras del Territorio y la Cultura K'ana, que el Estado garantice el derecho que tienen todas las personas a la salud y a vivir en un ambiente sano en Espinar. En 2022 se presentó ante el parlamento europeo para impulsar este pedido.
Foto: Gonzalo Miranda Terreros / Amnistía Internacional Perú
Cuando era niña, todos los días caminaba a diario desde su casa, ubicada en Huancané Bajo, una comunidad originaria de la provincia de Espinar, ubicada a aproximadamente 230 kilómetros de la ciudad de Cusco, hacia su escuela. Ella recuerda el dolor de cabeza que la acompañaba con frecuencia. “En el camino al colegio me daba fuerza. Yo quería aprender y no podía porque los dolores siempre estaban ahí”, cuenta.
Con los años, esos dolores y otros malestares se fueron intensificando y tuvo que abandonar cualquier sueño que se le cruzó alguna vez por la mente, como estudiar algo vinculado a la computación. “El malestar físico y mental era tan agobiante que por momentos me discapacitaba”, explica.
Ante el pedido de la población de comunidades de Espinar que se encuentran en la zona de influencia de proyectos extractivos, desde 2012 las autoridades de salud, así como el sector privado, en el marco de espacios de diálogo, realizaron dosajes que arrojaron la presencia de metales, como arsénico, cadmio, manganeso, mercurio, plomo, entre otros, en sus cuerpos.
En 2021, Amnistía Internacional llevó a cabo una investigación documental y de campo que incluyó el análisis de metales y sustancias tóxicas a una muestra de 150 personas. En esta investigación, titulada Estado de Salud Fallido. Emergencia de salud en pueblos indígenas de Espinar, Perú, se encontró que para cada uno de los metales y sustancias tóxicas analizadas, entre cinco y 88 personas tenían niveles mayores a los valores de referencia utilizados para el estudio, lo cual evidenció el riesgo a la salud al que están expuestas las comunidades indígenas en Espinar.
“Me sometí a un dosaje en 2021 y salió que tenía altos niveles de arsénico y manganeso en mi organismo. Mis padres y hermana también tenían niveles altos de metales. Todos estábamos contaminados. Comprendí recién qué nos estaba sucediendo. Como niña, a diario yo tomaba el agua del río. Ahora pienso que puede ser eso”, señala.
Con esta información, Esmeralda Larota buscó sin éxito atención especializada por contaminación por metales. Como respuesta, afirma que en los servicios de salud de Espinar le han dado únicamente algún medicamento específico para calmar el dolor. Ante ello, con los ingresos que obtiene de eventuales empleos en Espinar, compra principalmente vitaminas para ella y para sus padres que se dedican a trabajos en el campo. “Yo quería trabajar y estudiar, pero no he podido. No quiero morir, por eso ahora trabajo para mi salud y la de mi familia”.
En 2021 el Estado aprobó el Plan especial multisectorial de metales pesados, metaloides y sustancias químicas tóxicas y el Plan de acción de salud integral para la población en riesgo a metales pesados y metaloides, en la provincia de Espinar 2021 – 2023.
Pese a este avance normativo, Esmeralda y otras personas entrevistadas por Amnistía Internacional en mayo de este año aseguran que hasta el momento no han recibido atención médica especializada por contaminación por metales y otras sustancias tóxicas, y reiteran que cuando han acudido a los servicios médicos se ha subestimado o no se ha podido atender su situación de salud.
Foto: Gonzalo Miranda Terreros / Amnistía Internacional Perú
Como consecuencia de la acción de cumplimiento para la atención de personas en Espinar afectadas por metales pesados y otras sustancias tóxicas (2020), el Gobierno Regional de Cusco contrató profesionales que fueron destinados al Hospital de Espinar. No obstante, autoridades de salud de Cusco comentaron a Amnistía Internacional que la carencia de infraestructura adecuada en este establecimiento de salud limita la atención especializada1. Es importante destacar que el hospital de Espinar no cuenta con presupuesto designado específicamente para atención por metales pesados.
Una de las recomendaciones del informe Estado de salud fallido, es que el Estado garantice la disponibilidad de servicios sanitarios accesibles, asequibles y de calidad para abordar cualquier problema de salud específico al que se enfrenten las personas expuestas a metales y sustancias tóxicas. Y esto implica la disponibilidad de profesionales formados en el diagnóstico y tratamiento de las condiciones de salud relacionadas con la exposición a metales y sustancias tóxicas.
De hecho, una de las limitantes para que se concrete la atención en salud es que en Espinar no hay suficientes especialistas en toxicología que puedan atender a las personas que actualmente están afectadas por contaminación con metales pesados.
Otra preocupación que persiste, en el caso de personas que se encuentran en el área de influencia ambiental y social directa del Proyecto Antapaccay Expansión Tintaya - Integración Coroccohuayco y de otros proyectos extractivos, es que no se estén abordando las causas de la contaminación. En ese sentido, Amnistía Internacional considera fundamental determinar las causas de la presencia de elevados niveles de metales y sustancias tóxicas en la sangre de las personas en Espinar.
En 2022 y 2023 el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) emitió informes de causalidad de contaminación en Espinar e indicó, entre diferentes aspectos, que existe un inminente peligro y alto riesgo de daño grave a la calidad del agua subterránea y la calidad de agua del río Tintaya y Salado en diferentes puntos. Además, estableció una seria de medidas administrativas para enfrentar estos impactos, un avance importante en el cual se debe seguir para identificar las causas y desplegar acciones y políticas para garantizar el cumplimiento de estándares ambientales y los derechos de las personas a la salud y a vivir en un ambiente sano.
“Las autoridades son indiferentes. No hay presupuestos para atención especializada. Ya muchos estamos perdiendo familia. Ni con todo el oro del mundo se puede cambiar salud y vida. Si no estás sano no tiene sentido la vida. La enfermedad no espera, se agrava cada año”, manifiesta Esmeralda Larota.
Luz Marina Llaique Pacco (34)
Vicepresidenta de la Plataforma de Afectados por Metales Tóxicos de Espinar, Cusco (PAMETEC)
Residente de comunidad Alto Aira Ccollana, distrito Coporaque, Espinar.
A Luz Marina LLaique hace unos meses un doctor le dijo que debía salir de Espinar porque las consecuencias del arsénico podían ser graves para su salud. Para ella y su familia no es una opción dejar Alto Aira Ccollana, que es el lugar donde han vivido siempre.
Foto: Gonzalo Miranda Terreros / Amnistía Internacional Perú
En 2022 se hizo una prueba de laboratorio que arrojó la presencia de metales pesados, principalmente arsénico, en su organismo. “Tengo 86% de arsénico y estoy luchando por mi salud. Tengo nauseas, mareos, dolor de cabeza y dolor de huesos”, cuenta. Su esposo y su hermana resultaron también con elevados niveles de metales y sustancias tóxicas en sus cuerpos.
En 2023 Luz se inscribió en un padrón de personas expuestas o afectadas por metales pesados, creado este mismo año por ordenanza municipal para facilitar el registro y una atención especializada. No obstante, hasta el momento, asegura que esta atención no se ha concretado.
Desde la plataforma de personas afectadas, en la cual tiene hoy un rol de representación como vicepresidenta, busca que se implemente el plan multisectorial en salud aprobado en 2021, y que a la vez, se determinen y aborden las causas de la contaminación que origina daños a la salud de la población.
“Pertenezco a la plataforma de afectados por metales pesados y estamos pidiendo por nuestra salud, que esta sea prioridad en Espinar. Eso pediría a las autoridades, al Estado, a todos. Necesitamos una respuesta rápida, urgente, porque nuestra salud se deteriora cada día más”, denuncia Luz Marina Llaique.
Una de sus principales preocupaciones es que la presencia de actividades extractivas a unos tres kilómetros de su casa afecte sus medios de vida. “Como parte de las actividades mineras hay voladuras que desprenden polvo que el viento trae hasta aquí y que afectan nuestro aire, agua, tierra”, sostiene.
Su padre, Mario Llaique Quispe, que se dedica al pastoreo y a la agricultura, asegura que producto de estas polvaredas hay una afectación directa también en sus cultivos, que se cubren de polvo, y en sus animales. Todo esto afecta directamente su alimentación. “A nuestros animales los mantenemos a base de medicina, sin ello mueren”.
La familia Llaique se pregunta por qué la situación de emergencia sanitaria en Espinar no es una prioridad para las autoridades peruanas. Se pregunta también por qué los han dejado solos, sin especialistas que puedan atender sus dolencias.
Foto: Gonzalo Miranda Terreros / Amnistía Internacional Perú
Entre la desazón del día a día, que se manifiesta en el propio dolor físico, la tristeza y el agotamiento mental de una lucha de años, Luz Llaique ve a su hija de 10 años y se da fortaleza para seguir hasta que los derechos de su familia y de su comunidad a la salud y a vivir en un ambiente sano sean garantizados.
“Sé que esta lucha no va ser rápida, pero queremos sensibilizar a todas las personas sobre lo que significa vivir contaminados con metales pesados. Nadie debe vivir en estas condiciones. Esta lucha es también por los que vendrán”, finaliza.