Desde su fundación, en 1961, Amnistía Internacional viene empoderando a personas como tú para emprender acciones por un mundo mejor. Este artículo es una muestra panorámica de lo que has hecho posible.
“Abra el periódico cualquier día de la semana y verá la noticia de que alguien, en algún lugar del mundo, ha sido encarcelado, torturado o ejecutado porque sus opiniones o su religión son inaceptables para su gobierno.” El lector tiene una desagradable sensación de impotencia. Pero si estos sentimientos de rechazo que experimentan personas de todo el mundo pudieran unirse en una acción común, podría hacerse algo eficaz.” Peter Benenson
Amnistía Internacional fue fundada en 1961 con la idea de que, juntas, las personas corrientes pueden cambiar el mundo. En la actualidad, Amnistía es un movimiento mundial de derechos humanos, que se vale del poder colectivo de 10 millones de personas, cada una de las cuales está comprometida con la lucha por la justicia, la igualdad y la libertad en todas partes. De Londres a Santiago y de Sidney a Kampala, numerosas personas se han unido para insistir en que deben respetarse los derechos de cada ser humano.
El cambio no se ha producido de la noche a la mañana. Se ha logrado con persistencia y con la creencia en el poder de la humanidad para cambiar las cosas. ¿Cuál ha sido el resultado? La libertad de decenas de miles de personas encarceladas por sus creencias o su forma de vida. El fin de la pena de muerte en decenas de países. La rendición de cuentas de líderes que eran intocables. Leyes reformadas y vidas transformadas.
¿Cómo medimos 60 años de acción colectiva? Con el caso de la persona acusada de un delito a la que se garantiza un juicio justo, la persona presa que se salva de la ejecución o la persona detenida que deja de ser torturada. Con el caso del defensor o defensora de los derechos humanos que sale en libertad y puede continuar con su labor, de la escuela donde se imparte a los niños y las niñas educación sobre sus derechos o de las familias que regresan a sus hogares en condiciones de seguridad desde un campo de acogida. Y también con el caso de las comunidades marginadas que se manifiestan para exigir el fin de la discriminación o que defienden sus hogares de la destrucción o el caso de la mujer cuyo gobierno prohíbe por fin los malos tratos que sufre a diario.
Al cabo de 60 años, seguimos luchando por un mundo donde todas las personas disfruten de los derechos humanos. No nos detendremos hasta lograrlo.